jueves, 14 de febrero de 2019

COMPRENDIENDO EL TDAH


Como explico en una de mis anteriores publicaciones, los estudiantes que presentan un Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH) son una parte significativa del alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo (ACNEAE), es decir, aquel alumnado que requiera una atención educativa diferente a la ordinaria. El docente es un agente principal en la detección del TDAH, y suele ser quien da la primera voz de alerta. Los niños y adolescentes pasan muchas horas en el colegio y eso hace que los profesores estén en una posición privilegiada para observar el comportamiento de los alumnos, así como para poder comparar la conducta y el funcionamiento cognitivo entre niños de la misma edad y avisar en caso de que exista algún indicio del problema. Sin embargo, la detección no debe ser nuestra meta. Conocer el síndrome y entender sus síntomas tiene que conducirnos hacia las posibles actuaciones que se pueden tomar en el aula para mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje con este tipo de alumnado y mejorar tanto su rendimiento escolar como su autoestima.

El TDAH es un trastorno causado por una alteración neurológica (American Psychiatric Association, 2000) que afecta fundamentalmente al desarrollo de las funciones localizadas en el lóbulo frontal y, de forma más concreta, al córtex prefrontal. Estas funciones se denominan funciones ejecutivas, y son aquellas que nos permiten seleccionar un objetivo y realizar las acciones necesarias para conseguirlo. Algunas funciones ejecutivas son la inhibición, la memoria de trabajo, la regulación emocional, el control del tiempo, etc. Se inicia en la infancia y, según señalan estudios como el de Artigas-Pallarés (2013), suele estar ligado a otros procesos comorbidos: el síndrome de Tourette, el trastorno obsesivo-compulsivo, trastornos generalizados del desarrollo (espectro autista o síndrome de Asperger), trastornos del aprendizaje (discalculia, disgrafía o dislexia), trastornos de la conducta, ansiedad, depresión, etc.

El origen del TDAH se explica teniendo en cuenta tanto factores genéticos como ambientales, aunque los primeros se consideran mucho más influyentes en su desarrollo (Ramos-Quiroga, Chalita, Vidal, Bosch, Palomar, Prats, Casas, 2012). Su prevalencia está entre el 3 y el 7 % de los escolares en educación primaria. De ellos, casi un 80% lo conservarán durante la adolescencia y entre un 30-65% de los pacientes lo mantendrán en la edad adulta (Biederman, Faraone, Taylor, Sienna, Williamson, Fine, 1998).

Los síntomas nucleares del TDAH son:
  • Hiperactividad: se manifiesta como un exceso de movimiento en situaciones que requieren de autocontrol. Esta inquietud motora hace que quienes la padecen tengan tendencia a hablar en exceso, hacer ruido o interrumpir, teniendo además problemas para relajarse o para acabar sus tareas debido a la falta de constancia.
  • Déficit de atención: hace referencia a las dificultades para mantener la atención durante un periodo de tiempo en las tareas académicas, familiares, o sociales. También se determina por no prestar atención en los detalles o por los problemas para seguir órdenes y normas debido a que se distraen con facilidad ante estímulos irrelevantes. Además, no son capaces de terminar las tareas que requieran un nivel de atención sostenido y pierden u olvidan objetos.
  • Impulsividad: no ser capaz de pensar las cosas antes de actuar. Se caracteriza por la impaciencia, la incapacidad para esperar su turno o el dar respuestas prepotentes y precipitadas.
Las distintas presentaciones clínicas del TDAH dependerán del grado en que se manifiestan cada uno de los síntomas. El procedimiento para mejorar los síntomas de este trastorno debe consistir en un tratamiento multimodal que combine fármacos con terapias psicológicas y psicoeducativas. Debe ser individualizado, es decir, atendiendo a las características concretas de cada caso ya que no existe una cura universal que se pueda aplicar de manera general. No obstante, existen pautas generales que podemos seguir los docentes para reducir el impacto del TDAH en el aula. 



Un docente que trabaje con alumnado con TDAH debe sentir la necesidad de profundizar en el conocimiento del trastorno. Entender el problema le ayudará a ser consciente de que su papel de educador influye directamente, no sólo en el aprendizaje del alumno, sino también en su estado emocional. Aunque la conducta disruptiva suele ser una de las características de este alumnado, podemos recurrir a estrategias basadas en el refuerzo positivo, la economía de fichas, etc., que fortalezcan un buen clima de trabajo.¡No nos rindamos nunca!

Referencias

American Psychiatric Association.  Diagnostic and statistical manual of mental disorders. 4 ed. revised. Washington, DC: American Psychiatric Association; 2000.

Artigas-Pallarés, J. (2003). Comorbilidad en el trastorno por déficit de atención/hiperactividad. Rev Neurol36, S68-78.

Biederman J, Faraone S, Taylor A, Sienna M, Williamson S, Fine C. (1998). Diagnostic continuity between child and adolescent ADHD: findings from a longitudinal clinical sample. J Am Acad Child Adolesc Psychiatry, 37(3), 305-313.

Ramos-Quiroga J.A, Chalita P.J., Vidal R., Bosch R., Palomar G., Prats L., Casas M. (2012). Diagnóstico y tratamiento del trastorno por déficit de atención/hiperactividad en adultos. Revista de Neurología, 54 (1), 105-115.